Mi madre, como todas las madres…
Toda la gente que conoce a mi
madre, me habla maravillas de ella. Nadie se cansa de decirme nunca lo
excelente mujer que es. Muchos guardan para si, una anécdota, algo que ella les
dijo en un momento dado. Marisa, mi madre, es mucha Marisa, pero aun es mucho
más madre.
Nosotros sus hijos, vivimos entre
la cocinera y la madre, entre la anécdota y la realidad del día a día.
Mi madre, es mi madre y como
todas las madres, a veces es muy pesada,
pero así son las madres.
Mi madre, como todas las madres,
también se equivoca. A mi madre como a todas las madres, le cuesta entender que
ya no somos de ella, que somos nuestros y que nuestros son nuestros problemas,
aunque como para todas las madres, nuestros problemas serán siempre los suyos.
A mi madre, como a todas las
madres, le disgusta discutir con sus hijos, pero discute, que para eso es
madre.
Mi madre, como todas las madres,
cuando abraza, se te da entera y eso ningún hijo debería perdérselo nunca.
Pero hay una cosa en la que mi madre
es muy poco común. A mi madre le salen unas croquetas de locura. Mi madre posee
además un don innato para hacer cosas ricas, no solo las croquetas, también las
patitas, los cocidos, las legumbres, todos sus platos presumen de un detalle
muy poco común, son tradicionales y modernos, suaves y elegantes. Mi madre
además, es la madre de cocineros más generosa que conozco.
Nunca me cansaré de dar las
gracias, y aquí incluyo a los dos, a Marisa y a Félix, por los excelentes
padres que me ha tocado tener.
Gracias Madre y Padre.
Francis Paniego